Durante estos últimos dos meses y embarcándonos en el tema del color en la materia de plástica, en primero de ESO hemos realizado un proyecto diferente; una nueva forma de ver y aprender el color; algo sugestivo, que llame la atención, que nos sirva para asimilar lo aprendido y que perdure en el recuerdo como un proyecto diferente. Así el día de mañana, no hace falta que los alumnos tiren de memoria, sino del recuerdo de algo que pusieron ganas, intención y creatividad para aprender; así sí se consigue adquirir conocimiento duradero.
Para la realización del proyecto, teníamos una idea bastante ambiciosa donde además de adquirir competencias clave como ‘aprender a aprender’ mediante la búsqueda de información y la resolución de problemas a los propios fallos que les iban apareciendo; ‘conciencia social y cívica’ mediante la creación de unos grupos (elegidos por ellos mismos) y tener que afrontar sus propias decisiones; ‘conciencia y expresión cultural’ importantísima sobre todo en el respeto a las soluciones de los compañeros y al trabajo de los demás y el suyo propio; y finalmente la competencia de ‘sentido de la iniciativa y espíritu emprendedor’ como base principal a la creatividad, autoestima y autodesarrollo personal. Como decía, además de adquirir estas competencias, se cubrían una serie de estándares del curso: el color, los diferentes soportes de trabajo, la manipulación, la composición, la experimentación y la correcta utilización de las técnicas aplicadas a un determinado objeto. Todo esto, aprendido mediante las nuevas metodologías aplicadas, con base principal la interacción y el movimiento, en una materia que es eminentemente práctica. Pero, empecemos por el principio ¿cómo se desarrolló la idea?
Explicar la teoría del color, sin que los alumnos puedan mancharse las manos, no es arte. Además, es un tema muy recurrente, durante todos los cursos de infantil y primaria, así que en 1ºESO, como profesor, no quería repetir los mismos conceptos que se venían repitiendo cursos atrás y que los alumnos ya debían conocer. Por esto se les propuso, al comienzo del tema, un proyecto globalizador, que incluyera el color: asentar conceptos, aprender nuevos, hacer mezclas, aplicar el color… ; el formato, mediante la creación de un soporte que aguantara la composición realizada, en este caso, aprenderíamos a hacer papel reciclado; y la construcción de un objeto que aplicado a la técnica y mediante la experimentación aportara soluciones a nuestro problema. El resultado fue plantearles, en vez de trabajar mediante láminas, realizar grupalmente un péndulo de pintura.
Los alumnos aceptaron de buen grado el enigma propuesto. Lo primero fue elegir grupos de trabajo; después investigar sobre el tema: había que indagar sobre qué era un péndulo, cómo construirlo, cómo se hacía el papel reciclado, qué materiales se necesitaban tanto para el péndulo como para el papel reciclado, cómo se mezcla el color, qué resultados da mezclar unos colores con otros, qué tamaño de superficie necesito y que altura para que la figura a realizar resulte atractiva, etc. Si os dais cuenta, a cada pregunta surgen nuevos enigmas a resolver. Pasada esta fase, empezó la construcción del péndulo y creación del papel reciclado, con sus fases independientes a seguir para obtener distintos y diferentes resultados, sobre todo en la creatividad a la hora de realizar el péndulo, cuyo único límite estaba dado en la altura, la cual era una medida establecida en los requisitos del proyecto para limitar un poco la expansión de la figura final formada.El último de los pasos fue elegir el color que se quería formar y mezclar las composiciones necesarias, únicamente usando los tres colores primarios: cian, amarillo y magenta, para obtener el color resultante que los alumnos habían elegido. Esta parte, no les costó mucho. Fue mucho más difícil la experimentación final, y la mayoría de los errores y frustraciones llegaron el día de la prueba cuando pudieron comprobar que el orificio creado para la dispersión del color no funcionaba; así que no les quedó otra que, en grupo, buscar nuevas soluciones al problema surgido. He aquí los resultados. Al final el producto consigue ser una secuencia de curvas cíclicas que según la potencia, direccionalidad y posición dibujarán una imagen u otra. Pero todos estos términos, quedan ya para cursos superiores.
El proyecto no podría acabar sin una evaluación y autoevaluación, donde se han puesto de manifiesto los conocimientos, la pro-actividad hacia el proyecto, la iniciativa, organización y claro está, si el proyecto les ha gustado o no.
Como colofón, les invitamos a pasarse a ver (sobre todo si eres alumno del centro) por la tercera planta, las siete curvas de diferentes colores formadas, expuestas en los pasillos y sino, siempre puedes verla aquí, en este video resumen de todo el proyecto que les adjunto.
Daniel López, profesor del seminario STEAM