Son innumerables las situaciones en la vida en las que el esfuerzo y el sacrificio merece la pena, y el Camino de Santiago hace que realmente te des cuenta de ello. 
 El 2 de julio 120 alumnos y monitores comenzamos a andar desde Valença do Minho (Portugal), y una semana más tarde llegamos 120 amigos Santiago. 
 Cierto es que estuvimos durmiendo en el suelo, andando mucho y descansando poco, comiendo de pie o apoyados en cualquier sitio. Pero algo tiene el camino de Santiago que hace que todos queramos repetir.
 Os dejamos aquí alguna de las sensaciones de tres de nuestras peregrinas:

Cuando me preguntan qué ha supuesto para mí el camino, sinceramente no sé que decir. Es un conjunto de sensaciones que son indescriptibles, lo que sí sé es que esta experiencia me ha marcado de muchas formas y es que tras hacer el camino entiendo porque todo el mundo habla tan bien de esta experiencia que sin duda alguna repetiría una y mil veces más. Por una parte es un ejemplo de superación no solo físicamente si no también mental, de no rendirte nunca, de no ponerte límites. No es solo una experiencia para compartir con tus compañeros y profesores o para conocer gente nueva, también te ayuda a conocerte mejor a ti. Y si hay algo que no se puede explicar con palabras son todas las sensaciones que tienes cuando llegas a la Plaza del Obradoiro, eso hay que vivirlo.  Y es que al final el cansancio, el dolor, el sueño acumulado, el peso de la mochila, madrugar... todo eso cuando por fin llegas allí, a la plaza, después de todo el esfuerzo, se olvida, todo se convierte en satisfacción, en emoción, en alegría y eso es lo que de verdad vale la pena. Y tenían razón no es andar si no caminar, caminar encontrándote con sorpresas, emociones y sentimientos. A si que gracias a todas las personas que han hecho posible esta experiencia, ójala cada una de las personas de este mundo pudiera al menos vivir lo que yo he vivido una vez en la vida.

Lucía Rodríguez Castaño

Una experiencia única e inolvidable ha sido hacer el Camino de Santiago. Lo afrontaba con ganas aunque también tenia miedo por si no era capaz de conseguirlo. Empezamos como cuatro colegios, con rivalidades, pero al final hemos acabado siendo un grupo unido. Las etapas eran muy duras, pero a base de ir todos juntos animándonos y cantando canciones para que se hiciese más ameno lo conseguíamos día tras día. Teníamos la suerte de poder contar con tres horas de siesta que se te hacían cortísimas, y luego salíamos a dar una vuelta por el pueblo correspondiente todos juntos. 
A mi personalmente me costó bastante, porque veía que quedaba poco para acabar las etapas, pero que nunca llegaba; que me empezaba a doler todo y tenía que seguir andando aunque sin fuerzas; que me levantaba a las seis de la mañana, y había momentos en que me quedaba sin fuerzas. 
Pero al final me contagiaba de las ganas de los demás y se me pasaba todo. Además sabía que si tenía algún problema había alguien que se iba a preocupar.
Finalmente me gustaría dar las gracias a todos los monitores que lo han hecho posible, por haberse preocupado y por encargarse de que esto saliese. 
Y por supuesto, me llevo las ganas de repetir el camino y es que es una experiencia que no se puede describir con palabras, dolor, llantos, risas, amigos, compañerismo...
 María Cano Martín
 
Para mi el camino ha sido una experiencia inolvidable que repetiría mil veces, me ha servido para conocer y convivir con gente nueva, para conocerme mejor a mi misma, para darme cuenta de que mis límites iban mucho más lejos de lo que pensaba, para darme cuenta de lo importantes que son las cosas y la gente del día a día.
Esta experiencia se la recomiendo a cualquier persona con cualquier situación personal porque es una experiencia difícil pero muy positiva que te hace aprender que con mucho esfuerzo se consigue lo que quieras.

Teresa Dolado “lolailo”