Mucho hemos escuchado hablar de educación emocional. Sabemos que es un proceso educativo que implica trabajar con una serie de capacidades como son el conocimiento de uno mismo, la empatía, la motivación, las habilidades sociales o el reconocimiento y la regulación de las propias emociones. Sin embargo, a pesar de que este concepto es bastante reciente, para nosotros, miembros de la comunidad educativa Vedruna, algunas de estas teorías nos resultan bastante familiares.

Joaquina de Vedruna ya nos hablaba en el siglo XIX de lo que ella enseñaba como “Pedagogía del amor”, que recoge frases tan conocidas como “Haced todo por amor, nada por fuerza”. Basaba su estilo educativo en el amor y la compasión. Para ella era fundamental valorar a cada persona y confiar en sus posibilidades, así como mostrarse cercana y alegre para ganarse el afecto de las alumnas. Ese amor y esa sensibilidad hacia el alumno, muy poco convencional en la época de Joaquina, ha sido transmitido durante generaciones llegando a nuestros días. La misión más importante que tenemos los docentes que trabajamos actualmente en el centro es recrear ese clima familiar, sencillo y alegre como experiencia educativa fundamental. 

Actualmente han surgido otras teorías que tienen mucho en común con la pedagogía que impulsó Joaquina, lo que pone de manifiesto que era una auténtica visionaria en lo que la educación se refiere. Sin ir más lejos, me gustaría mencionar al autor del libro “Inteligencia emocional”, Daniel Goleman, que defiende que la gestión positiva de las emociones es más decisiva a la hora de lograr el éxito que el coeficiente intelectual: 

“Si no dispones de unas buenas habilidades emocionales, si no te conoces bien, si no eres capaz de manejar las emociones que te inquietan, si no puedes sentir empatía ni tener relaciones estrechas, entonces da igual lo listo que seas, no vas a ir muy lejos”.

Desde su punto de vista, las escuelas juegan un papel fundamental, reconciliando en las aulas emoción y cognición:

“En tal sentido, la educación debe incluir en sus programas la enseñanza de habilidades tan esencialmente humanas como el autoconocimiento, el autocontrol, la empatía y el arte de escuchar, así como el resolver conflictos y la colaboración con los demás”.

Otro autor, Rafael Bisquerra, nos presenta la educación emocional como un complemento indispensable del desarrollo cognitivo. Plantea la necesidad de que esta sea tratada de forma intencional en lugar de dejarla al azar, lo que puede traer consecuencias desastrosas.

Por último, Leslie Greenberg nos habla de la importancia de fomentar en las escuelas un entorno emocional que ayude a las personas a alcanzar las habilidades necesarias para alcanzar una inteligencia emocional equilibrada. Esta última idea coincide con una de las frases principales de la pedagogía de Joaquina: “No corrijáis a gritos, ni pongáis mala cara,... y procurad que no se vayan dolidas y os pierdan el cariño y la confianza”.

Es más importante que los niños convivan en un entorno feliz, abierto al diálogo, donde se sientan libres de expresarse y en un clima de confianza que los aprendizajes académicos, que, por otra parte, se desarrollarán más favorablemente si se consigue previamente ese entorno del que hablamos. Pero, en la práctica de nuestro día a día, ¿qué es lo que piensan sobre la educación emocional que se lleva a cabo en el cole los miembros de nuestra comunidad educativa? Para saberlo, he preguntado a algunos de ellos: profes de distintas etapas que conviven con diferentes realidades y madres de nuestros alumnos y esto es lo que he recogido:

Tomás, orientador del centro y experto en mediación, nos cuenta la importancia de abordar los conflictos desde la filosofía de la paz, teniendo en cuenta las emociones de los alumnos. Es fundamental que los propios alumnos sean quienes trabajen en el conflicto tomando decisiones y buscando soluciones y no culpables.

Carmen Tapia, tutora de 1º, habla sobre la importancia de trabajar las emociones con los alumnos utilizando recursos que ellos entiendan. A partir de cuentos como “El monstruo de colores” o “Emocionario” introduce unas dinámicas en las que los alumnos tratan de identificar las emociones que sienten ante diferentes vivencias.

María Gutiérrez, maestra de Infantil, sostiene que la educación emocional es fundamental para el desarrollo integral del niño y que no ha de perderse de vista en ningún momento, dando al alumno la oportunidad de expresarse libremente en la asamblea y durante las tutorías. En cuanto a recursos para trabajar con ellos, utiliza también cuentos que apoyen estos conceptos tan abstractos para los niños de Infantil, que les ayuden a exteriorizar cómo se sienten y que sean capaces poco a poco de preguntarse ellos mismos el motivo de por qué se sienten así y qué pueden hacer para sentirse mejor.

Lucía Díez, profesora terapéutica del cole nos cuenta con orgullo que la educación emocional siempre ha estado presente en el proyecto educativo del colegio, aunque parezca nuevo y más a raíz de la pandemia. “Siempre hemos desarrollado en nuestros alumnos habilidades emocionales para combatir el estrés, la rabia o el miedo. Desde hace años hemos trabajado las emociones a través del juego (que es el mecanismo diseñado por la propia naturaleza para empujar al niño a aprender) y de los cuentos (cuyas historias ofrecen a los niños un marco de entrenamiento emocional sin igual)”.

En cuanto a los padres que han querido compartir con nosotros su visión sobre este tema, encontramos los siguientes testimonios:

Estefanía Gómez, madre y antigua alumna del centro, nos expresa su satisfacción ante la forma de abordar las emociones en el colegio. “Desde que mi hija comenzó en el Colegio, en primer ciclo de Infantil, fuimos observando cómo iba aprendiendo a dominar y gestionar sus impulsos, sobre todo, en situaciones que para ella pudieran suponer una frustración”. También han observado un avance en su capacidad para empatizar con amigos y familia, así como su capacidad de diálogo y negociación.

Cristina Alonso, madre del cole, comparte con nosotros estas palabras: “En todo momento intentáis desarrollar las capacidades de cada niño sin intentar cambiarle sino haciéndole mejor de lo que es, teniendo en cuenta su esencia y enseñándole a conocerse mejor y a controlar sus emociones”. Además destaca como punto fuerte la implicación que se busca en las familias para complementar el trabajo realizado en el cole y conseguir una continuidad familia-cole.

Virginia Castañeda, madre del cole y antigua alumna, valora la educación emocional como una seña de identidad del centro: “Cabe destacar la vinculación de la animación a la lectura con las emociones con el Cuento Aventurero en Infantil, el acercamiento al mindfulness a través del proyecto de interioridad, el trabajo a partir del libro “El monstruo de colores” para colocar cada emoción en su "sitio". Y un sinfín de actividades generales de centro que por supuesto les aporta ese toque Vedruna que todos los que hemos estado vinculados llevamos dentro”.

Susana Muro, madre del cole, nos habla de la gestión de las emociones de los alumnos a partir de determinados conflictos. Según su punto de vista, se tratan con ayuda y comprensión hacia los niños, intentando canalizar esas situaciones sin generar malestar en ellos, siempre informando a los padres y contando con su participación. Valora el hecho de que este trato no suceda sólo en las aulas, sino en otros espacios donde conviven nuestros alumnos como el comedor del colegio. Como conclusión nos dice: “Mis hijos van siempre muy contentos al colegio y se sienten apoyados, guiados y comprendidos”. 

Para finalizar, simplemente me queda añadir que podemos estar orgullosos de pertenecer a una comunidad educativa con unos valores tan claramente marcados, desde una época en la que no se había escuchado hablar todavía de emociones ni se ponía en valor nada que tuviera que ver con ellas en cuanto a educación se refiere. Santa Joaquina sigue vigente a día de hoy y los profes de la escuela Vedruna estamos muy orgullosos de seguir la estela que nos dejó, continuando su labor y ofreciendo día a día lo mejor de nosotros mismos para nuestros alumnos.

María Matía

Profesora de Infantil